La raza ibérica de cerdos es una de las más conocidas y apreciadas en España y en todo el mundo. Estos cerdos son criados principalmente en Castilla y León, Extremadura y Andalucía, así como en algunas partes de Portugal. La raza ibérica es conocida por su carne y sus productos derivados, como el jamón ibérico, que son muy valorados en la gastronomía española e internacional.

Origen de la raza ibérica

La raza ibérica es originaria de la península ibérica, donde ha sido criada durante siglos. Los antepasados de estos cerdos fueron los jabalíes ibéricos, que habitaban en las zonas boscosas del sur y oeste de España y Portugal. Con el tiempo, los cerdos ibéricos fueron domesticados y criados para su consumo humano.

Características de la raza ibérica

Los cerdos ibéricos se caracterizan por su pelaje de color oscuro y por su cabeza alargada y estrecha. También tienen patas largas y delgadas, y su cuerpo es de tamaño mediano a grande. Estos cerdos son conocidos por su habilidad para almacenar grasa, lo que les permite sobrevivir durante largos períodos de tiempo sin comida. Esta característica también les da su sabor distintivo y su textura suave.

Además, la raza ibérica se divide en dos subtipos: el cerdo ibérico de bellota y el cerdo ibérico de cebo. El cerdo ibérico de bellota se cría en libertad en las dehesas, alimentándose exclusivamente de bellotas y hierbas. Esto le da a su carne un sabor único y una textura suave y jugosa. El cerdo ibérico de cebo, por otro lado, se alimenta con piensos y no tiene acceso a las dehesas. Aunque su carne es de alta calidad, no tiene el sabor distintivo del cerdo ibérico de bellota.

El jamón ibérico

Uno de los productos más famosos de la raza ibérica es el jamón ibérico. Este jamón se elabora a partir de las patas traseras del cerdo ibérico, que se curan al aire libre durante un período de tiempo que varía de 12 a 48 meses, dependiendo del tipo de jamón. Durante este proceso, la grasa del jamón se va infiltrando en la carne, lo que le da su sabor y textura distintivos.

El jamón ibérico se divide en tres tipos: el jamón ibérico de bellota, el jamón ibérico de cebo de campo y el jamón ibérico de cebo.

El jamón ibérico de bellota es el más valorado y caro de los tres tipos de jamón ibérico, y se obtiene a partir de cerdos ibéricos criados en libertad en dehesas de encinas y alcornoques, donde se alimentan de bellotas, hierbas y otros recursos naturales que encuentran en el campo. Este tipo de alimentación hace que la carne del cerdo tenga una gran cantidad de ácido oleico, lo que se traduce en una carne más jugosa y sabrosa. Además, el proceso de curación es lento y se realiza de forma natural, lo que aporta al jamón un sabor y aroma únicos.

El jamón ibérico de cebo de campo se produce a partir de cerdos ibéricos criados en libertad en grandes extensiones de terreno, pero en lugar de alimentarse exclusivamente de bellotas y otros recursos naturales, también reciben una alimentación complementaria de cereales y piensos en el campo. El proceso de curación es similar al del jamón ibérico de bellota, pero al tener una alimentación menos exclusiva, el sabor y la calidad son inferiores.

Finalmente, el jamón ibérico de cebo se produce a partir de cerdos ibéricos criados en granjas y alimentados exclusivamente con piensos y cereales. Este tipo de jamón es el más económico de los tres y su sabor y calidad son inferiores a los otros dos tipos, debido a que el cerdo no se alimenta de bellotas ni otros recursos naturales que le proporcionen un mayor sabor y calidad en la carne.

En resumen, el jamón ibérico de bellota es el más valorado y de mayor calidad, seguido del jamón ibérico de cebo de campo y el jamón ibérico de cebo.

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